El baloncesto apareció por primera vez en los Juegos Olímpicos en St. Louis 1904 como un deporte de exhibición, y no formó parte del programa Olímpico hasta Berlín 1936, cuando se incluyó la categoría masculina. Por su parte, la femenina hizo su debut Olímpico casi 40 años después, en Montreal 1976.
El baloncesto femenino es de los pocos deportes que se desarrolló casi al mismo tiempo que el masculino, y singularmente, con reglas de juego que, aunque inspiradas en las originales del baloncesto masculino, fueron adaptadas a las características motrices de las primeras jugadoras y evolucionaron por separado hasta el último tercio del siglo XX.

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